Este ensayo es un homenaje al Dr. Alberto Benegas Lynch (h). Aprovecho esta oportunidad para agradecerle por su permanente estímulo intelectual y por todo lo que me ha enseñado.
En el proceso de preparación de este texto he recibido comentarios muy valiosos de Rafael Beltramino y Gabriel Zanotti, pero como es de forma vale aclarar que cualquier error es de mi exclusiva responsabilidad.
Introducción
Creo que todos los que hemos estado influenciados por los aportes de la Escuela Austriaca de Economia y por el pensamiento de Popper, hemos intentado de alguna manera u otra ver si estos enfoques epistemológicos que a primera vista resultan tan incompatibles, realmento lo son, y si no es posible intentar un diálogo entre ellos con el objetivo de superar sus propias limitaciones e intentar llegar a una síntesis más robusta que nos permita seguir avanzando con mayor profundidad en nuestro conocimiento.
Para empezar cabe destacar que la Escuela Austriaca no tiene una postura homogénea sobre temas de metodología de la ciencia. De hecho, podemos concluir que ninguno de los grandes maestros coincide en un 100% con los demás. Frente a la crítica recurrente y simplista de dogmatismo, encontramos entre los austriacos una falta de acuerdo muy sintomática sobre estos temas y un debate efervescente. La praxeología de Mises tiene una fundamentación kantiana, mientras que la praxeología de Rothbard una fundamentación aristotélica. Lachmann propone a la hermenéutica como el camino a seguir. Y Hayek, que tiene una postura dificil de encasillar, será sin dudas quien nos va a ayudar a construir un puente en el intento de acercarnos a Popper, y no precisamente por ser popperiano en el sentido ingenuo de aceptar el falsacionismo como único criterio rector en la investigación científica. Pero más allá de las diferencias entre ellos, lo que sí une a los distintos pensadores de la Escuela Austriaca es una metodología que sostiene al individualismo vs. el holismo, al subjetivismo vs. el objetivismo y una postura crítica tanto frente al historicismo como al positivismo. Popper también nutre su pensamiento con estos aportes y por lo tanto su metodología no puede estar tan alejada de la de sus vecinos de Viena. Creo que el hecho de que los miembros de la Escuela Austriaca no fueran realmente expertos en temas de ciencias naturales mientras que el conocimiento de Popper sobre temas económicos no haya sido muy detallado, nunca contribuyó a una colaboración mas fructífera. No pretendemos ignorar que también existen diferencias pero en este artículo elegimos concentrarnos en las áreas donde los enfoques son afines y complementarios. En este trabajo no intentaremos un análisis directo de las obras de Mises, Hayek y Popper para encontrar esos puntos en común, sino que proponemos la revisión de material secundario que nos irá dando pistas para nuestro intento de atar cabos que hasta el momento parecían sueltos. Es por eso que este artículo no tiene una pretensión de originalidad per se, sino que es meramente un ensayo bibliográfico sobre distintos trabajos que me han permitido en los últimos años ir descubriendo una forma de ver a los programas popperianos y austriacos como complementarios y no como alternativos.
La posición de Benegas Lynch (h)
En el estudio preliminar a El Juicio crítico como progreso, entre las páginas 37 y 55, Alberto Benegas Lynch (h) nos propone su «solución» al problema de Popper y los austriacos. Vamos a resumir sus conclusiones principales.
A nivel epistemológico él se define como un racionalista crítico, y siguiendo a Popper acepta la existencia de la verdad y la posibilidad de aprehenderla a traves de métodos que nos permiten arribar a conclusiones provisorias, que estarán sujetas a revisión a medida que sean refutadas. Luego, contra Popper, sostiene que existen diferentes métodos para conocer en ciencias naturales y en ciencias sociales porque se trata de dos campos de naturaleza distinta. Y siguiendo a Mises nos explica que en las ciencias naturales se puede intentar el testeo empírico porque existen regularidades, y porque a determinado estímulo se corresponde una determinada reacción que será identica en la medida que que no se modifiquen las circunstancias. Mientras en las ciencias sociales, como hay acción y no reacción, hay libre albedrío y por ende a igualdad de circunstancias exteriores las acciones son distintas. En las ciencias naturales hay entonces regularidad y el camino para conocer es el método hipotético-deductivo a través de conjeturas y refutaciones, mientras que en las ciencias sociales no hay regularidades, existe la posibilidad de la introspección, no se pueden hacer experimentos controlados y el camino para conocer es el metodo axiomático-deductivo conocido como praxeología que analiza las implicancias lógicas del concepto de acción como conducta deliberada. Como corolario, Benegas Lynch nos dice que en ciencias sociales las conclusiones tienen un grado de certeza mayor que en ciencias naturales ya que unas parten de premisas axiomáticas mientras las otras de meras hipótesis. Pero esto no quiere decir que el análisis de este tipo no sea perfectible, ya que en la medida que encontremos errores en los axiomas y los reemplacemos por otros mejores, seguiremos progresando en el conocimiento.
Mi intención en el resto del artículo es considerar si podemos avanzar más allá de este esquema, ya que esta interpretación de las posturas de Popper y los austriacos en su vertiente más misiana nos deja con la impresión de que no podemos contar con Popper para avanzar en nuestro conocimiento de las ciencias sociales y también con el sabor de que la visión que tienen algunos austriacos sobre las ciencias naturales es un tanto ingenua.
Léase entonces lo que sigue como un intento de criticismo de la hipótesis anterior sostenida por Benegas Lynch (h) y como un intento de reeemplazarla por otra conjetura más fertil, entendiendose este proceso en el más puro espiritu popperiano de conjeturas y refutaciones.
La praxeología como metafísica
Inicialmente la idea de la praxeología como ciencia apriori e independiente de la experiencia no podría resultar más ajena al enfoque popperiano. Los que niegan el carácter científico de la praxeología sostienen que las proposiciones de la ciencia económica tienen que ser verificables (siguiendo a los positivistas) o falsables (siguiendo a algunos que invocan el nombre de Popper). Sin embargo, pensar a la praxeología como una reflexión metafísica, pre-cientifica, nos permite ubicarla a la par de por ejemplo el principio neoclásico de maximización o la propuesta de Popper del principio de racionalidad. Como bien señala Rafe Champion (2002), Popper admite que hay un espacio legítimo para la metafísica; por ejemplo en el Metaphysical Epilogue al Quantum Theory and the Schism in Physics (1982), el 3er volumen del The Postscript to the Logic of Scientific Discovery nos dice:
“In almost every phase of the development of science we are under the sway of metaphysical - that is, untestable - ideas; ideas which not only determine what problems of explanation we shall choose to attack, but also what kinds of answers we shall consider as fitting or satisfactory or acceptable, and as improvements of, or advances on, earlier answers. These programmes [clusters of metaphysical theories] are only occasionally discussed as such: more often, they are implicit in the theories and in the attitudes and judgements of the scientists (p 161)”.
Popper, a diferencia de los positivistas lógicos, nunca sostuvo que la metafísica no tenía sentido, sino que simplemente pertenecía a una esfera de conocimiento que podia diferenciarse de la ciencia. La metafisica, si bien no falsable, puede criticarse racionalmente. Popper dedicó mucho tiempo y esfuerzo en su última etapa a elaborar argumentos en favor de la metafisica. Entre las doctrinas metafisicas que él sostuvo encontramos el libre albedrío, el indeterminismo y su teoría de un reino ontológico, diferente de la realidad fisica, que el denominó Mundo 3. De esta manera, la praxeología podría ser considerada como un conjunto de postulados metodológicos de carácter metafísico, no diferente al transfondo metafisico que en más o en menos tienen todas las demás ciencias (inclusive las naturales). Estos postulados metafisicos tienen que tolerar un enfoque crítico, pero no tienen por qué ser necesariamente testables o falsables. Los tests empíricos son una forma especial de criticismo, pero no la única y no son la forma apropiada para criticar a los supuestos metafisicos, que serán testables no por sí mismos, sino por el poder predictivo de las teorías que ellos hacen posible.
La praxeología, por lo tanto, no es en modo alguno incompatible o ajena al programa popperiano. Si bien no resiste el criterio de demarcación que utiliza Popper para distinguir qué es ciencia de lo que no lo es, la praxeología tiene un espacio propio en el terreno de la reflexion metafisica que es totalmente aceptable y legítimo para Popper, aunque eso esto pueda horrorizar a aquellos que han escogido realizar una lectura positivista del pensador austriaco. Y el hecho de que Popper haya decidido distinguir Metafisica de Ciencia no implica en modo alguno que estas tengan jerarquías epistemológicas diferentes en el sentido de que un campo sea superior o más importante que el otro.
Como nos muestra Zanotti (2007), Hayek (1937) en su famoso «Economics and Knowledge» también admite un espacio para estos dos niveles de análisis. Su Lógica Pura de la Elección no es otra cosa que la reflexión praxeológica, pero él propone llenar de contenido empírico a estas proposiciones que están de algún modo vacías con hipótesis acerca de cómo el agente económico forma expectativas, aprende y va adquiriendo el conocimiento que dará lugar a una mayor coordinación de las actividades económicas.
¿Un método o dos?
Una de las grandes diferencias entre Popper y los austriacos es el tema del monismo vs. el dualismo metodológico. Popper sostiene que el método de conjeturas y refutaciones es el mismo tanto para ciencias naturales como sociales, mientras que los austriacos en general abogan por un método diferente para las ciencias sociales que para las naturales. Que en las ciencias naturales el método adecuado es el hipotético-deductivo, sometiendo las teorías a contrastastacion empírica con el objetivo de falsarlas permanentemente parece no despertar debate en las huestes austriacas. Incluso Mises (1962) en «The Ultimate Foundation of Economic Science» capítulo 4, item 8 así lo admite. Pero como sosteníamos anteriormente la visión austriaca acerca de la viabilidad de la experimentación en ciencias naturales complejas (en cuanto a la cantidad de variables que afectan al fenómeno bajo estudio) resulta demasiado optimista. No en todas la ciencias naturales es posible crear condiciones experimentales en las que podemos aislar e identificar las variables independientes.
Douglas Wade Hands (1985) nos dice que muchos epistemólogos que reclaman para la ciencia económica la imitación a ciegas del falsacionismo propuesto por Popper para las ciencias naturales (por ejemplo Hutchinson 1938), ignoran que el mismo Popper sostuvo que para el caso de las ciencias sociales existe una forma distinta de elaborar hipótesis: el analisis situacional. Pero esto no implica que el método a aplicar en las ciencias sociales -que también es de conjeturas y refutaciones- sea otro que el de las ciencias naturales, sino que las características de las hipótesis de las ciencias naturales y sociales son diferentes simplemente porque los mundos a los que aplicamos estas teorías son distintos. Hayek en sus escritos de los 60 (ver Caldwell 2004) afirma algo similar. Si bien él no distingue entre ciencias sociales y naturales sino entre fenómenos simples y complejos, las explicaciones-predicciones a las que podemos aspirar estarán limitadas por las características de estos fenómenos. Los fenómenos simples permitirán explicaciones completas y por ende predicciones de alta precisión mientras que los fenomenos complejos nos condenan a conformarnos con explicaciones de principio y predicciones de carácter más abstracto. Valga aclarar que dentro de los fenómenos complejos también encontramos ciencias naturales que sufren limitaciones similares en cuanto a su capacidad explicativo-predictiva que las ciencias sociales, como por ejemplo la meteorología y algunas ramas de la biología.
El principio de racionalidad propuesto por Popper como «motor» del agente que investiga en su análisis situacional no es muy distinto y es igualmente de metafísico (en cuanto a no falsable empíricamente) que las reflexiones que hace Mises sobre la acción humana o la Lógica Pura de la Elección en Hayek.
D. Wade Hands arriesga que la influencia de Popper en la ciencia económica tiene raíces sociologicas (porque el enseñaba en la London School of Economics) e incluso ideológicas porque era el único filósofo de la ciencia "aceptable" para los economistas y concluye finalmente que:
-hay que profundizar los escritos de Popper sobre metafisica para comprender mejor sus (no siempre claras) referencias al análisis situacional.
-existe un Popper Natural y un Popper Social ya que el mismo Popper admite que el falsacionismo ingenuo es francamente problemático como programa de investigación en ciencias sociales .
-por último, ni Popper ni aún sus seguidores han brindado una guía muy clara de cómo escoger entre diferentes teorías elaboradas a partir del análisis situacional.
Para terminar esta sección me gustaría detenerme en un problema terminológico que muchas veces complica el diálogo con los popperianos. No hace falta repetir aquí que la Escuela Austriaca se caracteriza entre otras cosas por una sistemática aplicación del subjetivismo a los problemas económicos. Por otra parte, Popper ha sido un luchador incansable por eliminar el subjetivismo en teoria del conocimiento y reemplazarlo por la idea de conocimiento objetivo. Es por eso que nos resulta atractivo el tratamiento que le da Gustavo Marqués (2004) a este tema cuando concluye que «la lógica situacional es un método objetivo para la explicación del comportamiento subjetivo».
Buceando en las profundidades del Popper Social
Willliam Gorton (2006) en “Karl Popper and the Social Sciences” realiza un profundo análisis de la lógica situacional, el principio de racionalidad y la evolución de las ideas de Popper sobre estos temas desde La Miseria del Historicismo hasta las últimas referencias que aparecen en Búsqueda sin Término.
Para Popper, y en esto es tan austriaco como los autores de la Escuela Austriaca, el objeto de estudio de las ciencias sociales es analizar las consecuencias no intencionadas de la interacción humana.
El análisis situacional propone un camino para superar la división entre un enfoque puramente interpretativo a problemas sociales y la simple intención de modelar a las ciencias sociales como fenómenos naturales. De hecho, este esquema es un intento de colocar a esta suerte de análisis interpretativo bajo el manto del conocimiento científico. Popper reconoce que hay buenas razones para admitir que en ciencias sociales no se puede predecir con exactitud y que leyes universales al estilo de las leyes de las ciencias naturales no son viables. El análisis situacional posibilita un enfoque que es una especie de «mitad de camino» entre leyes universales y explicaciones específicas limitadas a periodos concretos (lo que muchas veces se define simplemente como historia).
Popper evoluciona (o quizas involuciona para otros…) desde un modelo de ciencias sociales que acepta las leyes de cobertura («covering law ») o modelo nomotético-deductivo hacia algo mas cercano al modelo interpretativo. El análisis interpretativo no es un análisis meramente causal, ya que una vez que aceptamos el libre albedrío, el comportamiento no puede describirse como algo necesariamente causado sino que los agentes racionales se comportan adecuadamente dada la lógica de la situación. Esto implica aceptar que la posibilidad de falsar empíricamente distintas teorías se ve disminuida, lo que no quiere decir que desaparezca por completo. Sin embargo, Popper ve a la diferencia entre testar hipótesis en ciencias sociales vs. naturales como una diferencia de grado y no una diferencia esencial. Pero sí admite que existe una diferencia cualitativa en la naturaleza del proceso crítico, ya que el testeo puramente empírico juega un rol muchísimo más determinante en el campo de las ciencias naturales. Esto implica admitir que el ejercicio crítico en ciencias sociales será siempre más debatible que en las naturales ya que la falsación empírica será siempre menos definitiva o concluyente. Gorton incluso llega a decir que el análisis situacional popperiano ocupa un lugar intermedio entre la metafisica y la ciencia natural, lo que a nuestro criterio lo aproxima mucho al enfoque praxeológico.
Popper destacó en muchas oportunidades que su lógica situacional se basa en el método de la ciencia económica, especialmente en su vertiente neoclásica, pero en la medida que se enriquece el análisis de la situación con restricciones institucionales, el entorno de toma de decisiones del agente se parece mucho más a un entorno hayekiano que a un típico problema de optimización de los que encontramos en cualquier texto de microeconomía neoclásica.
El reclamo popperiano de unidad del método sigue siendo válido en este contexto pero es plausible solo en la medida que la metodología de detectar un problema y avanzar en su solución a través de un proceso de conjeturas y refutaciones sea entendida de una manera lo suficientemente abstracta.
¿Falsacionismo o criticismo?
Aquí nos vamos a dejar acompañar por Lawrence Boland que en sus distintos escritos hace una valiosa distinción entre dos Popper: el Popper popular y el Popper socrático.
La visión popular de la filosofia de la ciencia de Popper en el campo de la economía podemos atribuírsela a Mark Blaug (1992). Es lo que comúnmente se conoce como ‘falsacionismo’. Bajo este esquema podemos distinguir el conocimiento científico del no-científico de acuerdo a si los enunciados teóricos son o no falsables. La visión de Popper se diferencia de los positivistas, quienes distinguían enunciados científicos de aquellos metafisicos de acuerdo a si estos eran o no verificables empíricamente. Las teorías científicas, verificables, tenían sentido, mientras que la metafisica, no verificable, carecía de sentido. Siguiendo la crítica al método inductivo, Popper supera esa antinomia y sostiene que una teoría para ser científica no tiene que ser verificable sino potencialemente falsable. Popper, por primera vez acepta, en contra de los verificacionistas que no hay base empírica verificada. Es decir que toda la base empírica es hipotética o convencional. Es cierto que el admite que no es "arbitraria" en el sentido que los científicos no pueden ponerse de acuerdo sobre cualquier cosa, sino que son "guiados" por la experiencia. Como consecuencia, el conocimiento científico es una colección de teorías falsables pero que aún no han sido refutadas. Siguiendo estos criterios la metodología popperiana debería aceptar solo explicaciones falsables, limitar la actividad científica al intento de falsar teorias y aceptar solo las explicaciones que han sido testeadas pero que aún no han sido falsadas. Pero más allá de que la mayoría de los economistas no parecen intentar desarrollar la ciencia económica de esta manera, existe otro Popper, un Popper socrático, muy diferente y menos conocido que el anteriormente descripto. En este Popper la falsación empírica juega un papel menor. Aquí el proceso de criticismo o rechazo de teorías tiene el rol protagónico. De acuerdo a este Popper, la racionalidad es debate crítico, con énfasis en el proceso intersubjetivo que promueve la gradual eliminación del error. Por consiguiente, la práctica científica de aquellos que rescatan la parte socrática de Popper será muy diferente de los falsacionistas. Los socráticos ocuparán la mayor parte de su tiempo promoviendo y estimulando una actitud crítica. Los seguidores del Popper falsacionista en el fondo son justificacionistas que piensan que sin un método adecuado el auténtico conocimiento científico se verá impregnado de misticismo, pensamiento religioso y de otras disciplinas no científicas. Para los seguidores del Popper socrático, el método crítico es suficiente para avanzar en el conocimiento, un conocimiento que avanza gradualmente, resolviendo problemas al estilo de una ingeniería social fragmentaria. Para el Popper socrático no hay inconveniente en que el debate crítico sea sobre temas metafisicos o de ciencia propiamente dicha, porque el criterio ingenuo de falsación per se, pierde relevancia en este contexto de descubrimiento. La falsación como crítica y con un criterio puramente lógico y no necesariamente empírico, puede ser utilizada para el progreso en todas las ramas del saber.
Una vez que hemos visto que en un programa de investigación popperiano hay lugar para la metafisica, que aunque el método sea uno las características de las hipótesis en ciencias sociales y naturales son distintas y que el alcance explicativo-predictivo de las mismas muy diferente y por último que el mensaje fundamental de Popper es el criticismo y no el falsacionismo, concluimos que la distancia que inicialmente separaba a este autor de los pensadores de la Escuela Austriaca no es el que habitualmente se supone y que si bien tampoco los planteos son necesariamente iguales, las diferencias entre Popper y Mises o entre Popper y Hayek no son mayores a las que separan por ejemplo a Mises de Menger o a Rothbard de Lachmann.
De hecho, la evolución del pensamiento popperiano en ciencias sociales lo muestra acercándose gradualmente a una posición más austriaca, y abandonando una postura inicial algo ingenua sobre la problemática de las ciencias sociales.
En la sección final vamos a repasar rápidamente lo que algunos autores han encontrado como temas comunes entre Popper y los austriacos.
Temas austriacos con lentes popperianos
En mi modesta opinión el mejor intento de síntesis lo encontramos en Entrepreneurship and the Market Process de David Harper (1996). En esta obra Harper aplica la filosofia de Popper para comprender mejor el rol del empresario, su entorno de toma de decisiones y el proceso de mercado que los empresarios ponen en marcha. Vale aclarar que Harper no ha sido influenciado directamente por todos los autores que hemos analizado anteriormente, lo que implica que su análisis puede enriquecerse aun más. En su esquema, los empresarios “conjeturan” distintas ideas que se presentan como oportunidades para obtener beneficios, Y estos proyectos son las “hipótesis” que son posteriormente “corroborados o falsados” por las ganancias o pérdidas que se obtienen en el proceso de mercado. ¿Tiene Popper algo para decirnos sobre el famoso debate austriaco acerca de si existe o no una tendencia al equilibrio? Sí, él nos contestaría que los mercados son más bien nubes y no relojes y que por ende no existe una tendencia determinada a una posición de equilibrio final.
Raimondo Cubeddu (1996) en Tra Scuola Austriaca e Popper nos habla de la influencia de Menger en las ideas sociales de Popper y posteriormente realiza una interesantísimo análisis de la teoría popperiana de los 3 mundos y encuentra muchas analogías entre el Mundo 3 y el análisis austriaco de las instituciones. Podríamos agregar que el mundo austriaco del subjetivismo es, en términos popperianos, su Mundo 2 que hace de puente permanentemente entre los Mundos 1 y 3. Y nos gustaría agregar que los austriacos encontrarían muchos candidatos para poblar al Mundo 3 de Popper con instituciones económicas tales como los precios y a partir de ahí intentar entender a los precios de desequilibrio como elementos objetivos que son modificados permanentemente a partir de la interacción Mundo2-Mundo3. Los precios, tales como las tradiciones, son conjeturas, criticados continuamente por la dinámica empresarial que promueve el debate del mercado.
Jochen Runde (1996) analiza la teoría de Popper de probabilidad como propensiones y encuentra afinidades con la teoría misiana de probabilidad de caso vs. probabilidad de clase y sostiene que este enfoque de Popper avala la idea de que falsar empíricamente en ciencias sociales no es siempre un ejercicio sencillo por la complejidad de las variables en juego.
Existe también una extensa bibliografía que se dedica a analizar las afinidades y diferencias entre Popper y los austriacos (principalmente Hayek) en el terreno de la filosofia o teoría política. Cabe citar aquí a Jeremy Shearmur (1990 y 1996), Calin Hayes (2001) y Jeffrey Friedman (2005). Los análisis se centran en gran parte en explicar hasta qué punto podemos identificar a Popper como un liberal clásico o si nunca abandonó una postura socialdemócrata muy moderada.
Para terminar, resulta interesante y quizás paradójico hacer notar que Bruce Caldwell, autor del excelente Hayek’s Challenge – An Intelectual Biography (2004), destaca en dos artículos recientes y posteriores (2006 y a publicarse) a esa obra, que a su criterio la influencia recíproca entre Popper y Hayek es mucho menor que la que incluso reconocen los propios autores. Y que si bien hay Popper en Hayek y Hayek en Popper, ambos desarrollaron sus ideas con tanta originalidad que la idea de influencia resulta demasiado pretenciosa.
Conclusión
Una lectura apresurada de Popper o de lo que es comúnmente presentado como metodología popperiana nos puede causar la impresión que no hay nada más en las antípodas que su filosofia de la ciencia del enfoque austriaco. Hemos intentado explorar aquí la idea de una lectura diferente, siguiendo principalmente a Rafe Champion, D. Wade Hands, William Gorton y Lawrence Boland, que nos permitirá apreciar muchas afinidades entre el enfoque popperiano de las ciencias sociales y los aportes de la Escuela Austriaca sobre el mismo tema. Muchas de las supuestas contradicciones parten de una interpretación de Popper muy positivista y de ignorar la evolución del pensamiento de este autor en esta materia. Admitimos que las ideas de Popper sobre ciencias sociales no son siempre claras, a veces son difíciles de interpretar e incluso por momentos pueden aparecer como contradictorias. Pero nuestra conclusión es que la filosofía de Popper abre un espacio legítimo para la reflexión metafísica, sostiene la unidad de método pero es sensible a las diferencias entre el plano natural y social y pone mayor énfasis en el proceso crítico de conjeturas y refutaciones que en la falsación propiamente dicha y así nos abre el camino para un diálogo fecundo con una tradición austriaca que aún debate y bucea en la búsqueda sin término de sus propios fundamentos filosóficos.
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